El pecado de mi sed...
El viento te trajo hasta mi ventana e irremediablemente sacudiste las cortinas, arañaste mis anhelos y nublaste mi visión.
Hoy me desperté proclamando nuevos testamentos, rompiéndo los últimos pedazos que quedaban ya de ti. Pero parece que adivinaste mi blasfemia y te rehusas a perderte en el exilio de mi olvido.
Eres llama, eres carne, eres vino... y yo que tengo tanta sed...
Entonces ven, sírveme una copa y miénteme diciendo que ya no tienes otra. Apaga las luces, recórreme toda y mastícame hasta la conciencia; porque el tenerte junto a mí me obliga abandonar los hechizos que te pronuncio a solas, cuando el alma me sabe a sal.
Ahora tu piel huele a pecado...
No huyo, me detengo a contemplarte...y es que desde donde estoy, la luz te alumbra como arcángel rendido a mis pies...Tu piel ya no me importa, embelecida voy a tocarte las entrañas, a sacarte la carroña, porque no me percaté que te esperaba pútrida, vendada hasta la razón...
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