Te respiro...
Te desdoblas ante mí en el afán de conservarme, te apoderas de mis sueños adentrándote en los nocturnos poros de mi piel.
Te respiro…
Me vuelvo inerte recordando tu calor, y en las amapolas de mis dedos te confundo en cada rostro que se posa frente a mí.
Tanto tiempo ha pasado ya desde que dejaste tu perfume impregnado en mi verbo, en mi carne…y aún así las lunas me recuerdan tu rocío.
Entonces, abro los ojos y me doy cuenta que tan sólo es mi estúpido miedo, a dejarte en el olvido…
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